martes, 12 de julio de 2011

Parto Prematuro

- parto pretérmino
- embarazo postérmino y postmadurez
- posición fetal - parto lento
- frecuencia cardiaca anormal
- prolapso del cordón
- hemorragia uterina

Parto pretérmino
Es aquél que comienza antes de la 37ª semana de embarazo. En un primer momento lo normal es que se intente evitar el parto, dado que los bebés prematuros pueden tener problemas de salud.
Si no hay hemorragia vaginal ni rotura de las membranas, el reposo y la administración de suero intravenoso suele funcionar en la mitad de los casos. Pero si el cuello uterino se dilata demasiado (más de cinco centímetros) el parto es inevitable. Si hay hemorragia vaginal o rotura de las membranas el parto seguirá también su curso.
Existen algunos fármacos, como el sulfato de magnesio o la terbutalina, que pueden detener el parto pero suelen tener efectos indeseables sobre la madre y el feto.

Embarazo postérmino y postmadurez
El embarazo que continúa más allá de la 42ª semana se denomina embarazo postérmino. La postmadurez se produce cuando la placenta deja de funcionar correctamente poniendo en riesgo al feto.
En ocasiones es difícil determinar la semana del embarazo, debido a que algunas mujeres presentan ciclos irregulares o desconocen el momento exacto de la concepción. Las ecografías ayudarán a determinarlo. Una vez sobrepasada la semana 42 se estudia a la madre y al feto en busca de signos de postmadurez como la reducción del tamaño del útero, la movilidad fetal, su frecuencia cardiaca y la cantidad del líquido amniótico.
Para confirmar el diagnóstico de postmadurez se puede hacer una amniocentesis (extracción de líquido amniótico). Si éste presenta una coloración verdosa, causada por materia fecal del feto (meconio), significa que hay sufrimiento fetal. Cuando se detecta postmadurez se provoca el parto o se practica una cesárea para evitar problemas mayores.

Posición anormal del feto

La posición correcta del feto durante su descenso por el canal de parto es cabeza abajo y mirando hacia atrás, hacia la espalda de la madre (raras veces está mirando al frente), y con los brazos plegados sobre el pecho. Cuando no está así colocado el parto puede ser difícil o imposible. Muchos médicos recomiendan la cesárea en estos casos, para evitar daños mayores en el bebé, sobre todo si la madre es primípara o si es un parto prematuro.
  • Presentación de cara: el cuello del niño se arquea hacia atrás y lo primero que aparece es el mentón. Si no se puede corregir, el parto vaginal es inviable.
  • Presentación de frente: el cuello también está arqueado pero lo primero que aparece es la frente. Esta posición normalmente se corrige pero si no es así habrá que practicar una cesárea.
  • Presentación de nalgas: es frecuente en los partos prematuros. Es una situación complicada en la que las posibilidades de que el feto sufra lesiones o muera son cuatro veces mayores de lo normal. Es posible detectar el problema antes del parto y en algunos casos corregirlo. El problema de esta presentación está en que las nalgas ocupan menos espacio que la cabeza por lo que la abertura que provocan en el canal del parto no es lo suficientemente amplia para permitir que la cabeza pase. En consecuencia, el cuerpo del niño puede estar fuera pero no la cabeza. Lesiones medulares y nerviosas son frecuentes. Además, el cordón umbilical queda comprimido por lo que el feto puede recibir poco oxígeno lo que se traduce en lesiones cerebrales.
  • Presentación de hombro: el feto está en posición horizontal, cruzado en el canal de parto. Lo normal es que el niño nazca por cesárea, salvo que sea el segundo de un par de gemelos en cuyo caso se modifica su posición para que pueda salir.
Parto lento
Cuando la dilatación del cuello uterino o el descenso del niño son demasiado lentos puede que el niño sea demasiado grande para avanzar por el canal de parto. En ese caso será necesario practicar una cesárea o usar fórceps.
Si el canal del parto es suficientemente grande pero el parto es demasiado lento se administra a la madre oxitocina (hormona sintetizada en el hipotálamo que induce el parto) para que las contracciones sean más intensas. En caso de no funcionar esta estrategia, se practica una cesárea.

Frecuencia cardiaca anormal
La frecuencia cardiaca del feto (la velocidad a la que late su corazón) se controla durante el parto constantemente. Cualquier alteración significativa del ritmo puede indicar que el feto está sufriendo. Si tras administrar oxígeno a la madre o aumentar el volumen de líquidos administrados por vía intravenosa no se corrige la situación habrá que sacar al bebé con fórceps o mediante cesárea.

Prolapso del cordón umbilical
Es una complicación rara que sucede en uno de cada 1.000 partos aproximadamente. Si el cordón umbilical sale primero, cuando el feto atraviesa el canal del parto el cordón queda comprimido por lo que el bebé deja de recibir sangre. Suele suceder cuando el niño se presenta de nalgas, si ha habido rotura prematura de las membranas o si el niño no ha descendido lo suficiente. Ante un cordón prolapsado, el alumbramiento debe ser inmediato (normalmente por cesárea) para evitar lesiones cerebrales producidas por la falta de oxígeno.
El prolapso del cordón umbilical puede pasar desapercibido si las membranas no se han roto. La frecuencia cardiaca anormal de feto suele dar la voz de alarma ante un prolapso oculto. El problema se soluciona cambiando de posición al bebé para aliviar la presión sobre el cordón.

Hemorragia uterina
Una vez que el bebé ha nacido es importante vigilar que no se produzca una hemorragia uterina. Lo normal es que la madre pierda sangre durante el parto debido a que algunos vasos sanguíneos se rompen al desprenderse la placenta. Tras el alumbramiento, las contracciones uterinas que aún tienen lugar permiten que estos vasos se cierren. Pero cuando esto no se produce la madre puede perder demasiada sangre. Además, se pueden producir desgarros en la vagina o en el cuello del útero que provoquen una hemorragia.

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